38. Dando una Clara Invitación para el Evangelio

Porque el evangelio de Cristo Jesús es el único mensaje que puede salvar a las personas, queremos ser tan claros como sea posible cuando le explicamos a alguien cómo puede obtener la vida eterna. Una vez que hemos compartido las buenas nuevas acerca de quién es Jesús y lo que Él ha hecho por nosotros a través de Su muerte y resurrección, debemos de invitar a las personas a creer en Su promesa de vida eterna. Pero una clara explicación del evangelio se puede desbaratar con una invitación no tan clara. Cuando explicamos que Cristo Jesús ha hecho todo lo necesario para proveernos la salvación, no queremos dar la impresión de que se debe de hacer algo más. Somos salvos con sólo creer en Cristo Jesús para la vida eterna. Aquí menciono algunas invitaciones y prácticas que van a confundir a las personas que sólo necesitan creer.

Dale tu corazón (o vida) a Dios

El problema en la salvación no es lo que le damos a Dios, sino lo que Él nos da a nosotros – vida eterna (Jn 4:10). Esta invitación puede reflejar mejor el asunto de la santificación. Es una buena exhortación para el Cristiano para que sirva y viva para Dios. Pero esto va a confundir al no-creyente.

Haz a Jesús el Señor de tu vida.
Pon a Jesús en el trono de tu vida.
Rinde tu vida a Jesús como Señor.

Mientras que estas invitaciones sugieren algo muy recomendable para el Cristiano, ellas no le hablan al no-Cristiano. Ellas suponen que un incrédulo tiene suficiente conocimiento acerca de la voluntad de Dios como para hacer la decisión de darle el control de todas las áreas de su vida a Cristo. Segundo, ellas no hablan acerca del asunto de la salvación, que es creer en Cristo Jesús como el Salvador del pecado y Dador de la vida eterna. Creer no es rendirse, ceder, o comprometer la vida de uno a Cristo; es estar convencido de que la promesa de Cristo de darle la vida eterna al que confía en Él es verdad.

Estas invitaciones se quedan cortas en relación con el requisito para la salvación eterna. Ellas tampoco ofrecen la seguridad de la salvación por la imposibilidad de conocer si Jesucristo es en realidad el Amo de toda la vida de uno. La Biblia nos enseña que nuestra obediente rendición a Dios es una respuesta a la gracia salvadora de Dios, no un requisito para esta (Ro 12:1; Tit 2:11-12).

Pide que Jesús entre en tu corazón.
Abre la puerta de tu corazón.
Invita a Cristo a tu corazón o vida.

Estas tres invitaciones reflejan un malentendido de Ap 3:20 ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo’. Un par de observaciones acerca de este verso: 1) Jesús no dice que Él está tocando a la puerta del corazón de uno. Mas apropiadamente, Jesús está tocando a la puerta de la iglesia de Laodicea que es a quién se le escribe la carta. 2) Porque ellos son una iglesia, el asunto no es salvación eterna, sino la restauración del compañerismo entre Cristo y la iglesia, o individuos en la iglesia. Comer juntos es una imagen bíblica común del compañerismo (Hch 2:42, 46).

Aunque estas invitaciones reconocen al corazón como la esencia de nuestro ser, difícilmente comunican el asunto de creer en Cristo Jesús para vida eterna. El asunto en la salvación no es invitar a Cristo Jesús a hacer algo. Al contrario, es Él quien nos invita a creer en Él. Finalmente, la imagen de una puerta en el corazón o el concepto del espacio que Jesús ocupa en el órgano del corazón pueden fácilmente confundir a los niños que tienden a pensar en términos concretos.

Arrepiéntete de tus pecados

Aunque se puede argumentar que uno se arrepiente (cambia de parecer) acerca de un sin número de cosas cuando cree en Cristo (e.g., su condición pecadora, quién es Jesús, qué ofrece Jesús, que esa oferta es para él), arrepentirse en el sentido de alejarse de todos los pecados no es una condición para la salvación eterna. Esto no sólo confunde la raíz (cambiar de parecer) con el fruto (cambiar de conducta), sino que la conducta de uno se vuelve una condición para la salvación. No somos salvos por lo que hacemos o hemos dejado de hacer, sino por creer. Alguien se puede alejar de sus pecados y aun así no ser salvo porque no ha creído en Cristo.

Confiesa tus pecados

Esto puede ser muy confuso para un incrédulo. ¿Cuántos pecados debo de confesar? ¿Qué tal los pecados de los que no me acuerdo? Algunos incluso pensarán que deben ir con un sacerdote.

La palabra confesar significa estar de acuerdo con. Uno puede estar de acuerdo con Dios en que uno ha pecado, pero eso no es suficiente para salvarlo. El pecador debe estar de acuerdo con Dios en que Él proveyó para pagar la pena de sus pecados con la muerte y resurrección de Su hijo, Cristo Jesús, y que Él le va a dar vida eterna. Y eso es exactamente lo que significa creer en Jesucristo como el Salvador de uno.

Recibe o acepta a Cristo Jesús como tu Señor

La Biblia apoya este lenguaje (Jn 1:12; Col 2:6), pero estos pasajes describen recibir a Cristo como el resultado de creer en Él, como muestra el contexto. ‘Aceptar a Cristo’ no se usa en la Biblia para creer en Cristo.

Repita esta oración

Esto puede dar la impresión de que se necesita cierta oración para ser salvo. Pero orar no es la condición para recibir la vida eterna. Si alguien está dispuesto a orar una oración que expresa su fe en Cristo como Salvador, entonces la razón nos dice que ya ha creído en Su promesa de la vida eterna. Una oración que expresa su fe o agradecimiento a Dios por Su regalo podría ser apropiada, pero se debe de hacer una clara distinción entre esto y lo que significa creer. Ninguna oración o cualquier otra práctica o ritual pueden salvar.

Pasa al frente

Por lo menos dos falsas impresiones puede dejar la invitación de ‘pasar al frente’ en una iglesia o reunión Cristiana. Primero, uno puede pensar que la acción física de pasar al frente es lo que salva. Segundo, uno puede pensar que la confesión pública de Cristo es lo que salva. Ninguna es una condición bíblica para la salvación. Si alguien está dispuesto a pasar al frente en una iglesia o confesar a Cristo como su Salvador públicamente, entonces obviamente que ya creyó en Él.

Conclusión

¿Entonces a dónde nos lleva todo esto? Nos deja con el propio lenguaje de la Biblia. La invitación en la Biblia es creer en la obra completa de Cristo para la vida eterna. Después de explicar quién es Cristo y lo que Él ha hecho por nosotros, podemos preguntar al incrédulo, ‘¿Crees esto?’ Tal vez tengamos que explicar que creer significa estar convencido o persuadido de que la promesa de Dios es verdad, y que: ‘Esta promesa es verdad para ti’. Pero sólo es creer. Nada puede ser más claro o simple cuando damos una invitación del evangelio.