58. ¿Los Creyentes Necesitan Confesar sus Pecados para ser Perdonados?

De acuerdo con la Biblia, cuando alguien cree en Jesucristo como su Salvador, los pecados de esa persona son perdonados. Si eso es así, ¿Los Cristianos deberían confesar sus pecados posteriores a su salvación después de creer en Cristo? Algunos dicen que esa confesión es innecesaria porque todos los pecados del creyente ya están perdonados. ¿Cuál es la perspectiva de la Escritura? 

El perdón posicional del creyente 

Para los Cristianos, el perdón significa ser liberados o desprendidos de la culpa del pecado como una ofensa personal en una relación. Uno de los resultados de la fe en Jesucristo como Salvador es que Dios perdona el pecado del creyente que era una ofensa en contra de Él. En este sentido, el perdón se da una vez para toda la eternidad. Es una verdad posicional como la justificación y la redención, que es la razón por la que el perdón algunas veces está relacionado con la salvación eterna. 

En los Evangelios, el aspecto posicional del perdón se ve por su contraste con la condenación eterna (Mc 3:28-29). Jesús y Su muerte (Su Sangre) aseguran esta remisión (liberación) del pecado (Mt 26:28).De esta manera Él es ‘el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’ (Jn 1:29). Él pagó el rescate por todas las personas (Mt 20:28). Rescate implica desprender o liberar de la culpa del pecado a todos los que lo reciben. Perdón se usa en otro contexto de salvación como en Hechos (Hch 5:31; 13:38-39; 26:17-18). 

El Apóstol Pablo hace algunas declaraciones definitivas acerca del perdón posicional que ocurre al momento de la justificación. En Ro 4:5-7 él relaciona el perdón con la justificación a través de la fe. En Ef 1:7 Pablo describe uno de los beneficios de estar en Cristo: ‘en quien [Cristo] tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia’. De la misma manera, en Col 2:13 él dice: ‘Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados’. En el contexto, es claro que Pablo se refiere al beneficio de la nueva posición e identidad con Cristo (Col 2:11-12, 14). El verbo ‘perdonándoos’ es en el tiempo griego aoristo que significa una acción completa. La acción que está completa es el perdón de ‘todos’ los pecados, lo que incluye aún los pecados que fueron futuros a la muerte de Jesús en la cruz. En dos pasajes con palabras muy parecidas, Pablo argumenta que los Cristianos deberían perdonar unos a otros porque Cristo les ha perdonado (Ef 4:32; Col 3:13). El autor del libro de los Hebreos también afirma el perdón posicional de los pecados Heb 10:17-18 al citar el resultado del Nuevo Pacto de Jer 31:34 en términos de ‘perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado’.

Claramente, todos estos pasajes muestran que a aquellos que han creído en Jesucristo como su Salvador todos sus pecados les han sido perdonados en base al pago final y completo de Jesús en la cruz. ¿Entonces por qué tantos Cristianos confiesan sus pecados? 

El perdón para el compañerismo del creyente 

Los Cristianos deben de confesar sus pecados para que ellos puedan experimentar el perdón que posicionalmente ya es de ellos. En otras palabras, por la muerte de Jesús en la cruz y la fe de uno en Él, el poder de condenar del pecado está anulado para siempre, pero aún tienen poder para cortar la experiencia del compañerismo del creyente con el Padre Celestial. El primero es un perdón judicial, el último es un perdón familiar. Por el perdón judicial, los Cristianos tienen el privilegio de disfrutar el compañerismo o la comunión con Dios en su caminar Cristiano, pero este privilegio puede ser abusado o interrumpido por el pecado. 

El compañerismo del creyente con Dios es el tema de 1ª Juan (1 Jn 1:3-4; Vea Apuntes de Gracia no. 37). Este compañerismo depende del caminar fiel a la luz de la Palabra de Dios y la voluntad de Dios (1 Jn 1:5-8). Si un creyente camina en la luz, sus pecados se hacen visibles o evidentes. Cuando Dios trae esos pecados a la mente y convence a la consciencia, el creyente puede negar la verdad acerca de su pecado o confesarlo a Dios. De acuerdo con 1 Jn 1:9, ‘Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad’. Confesar literalmente significa: ‘decir la misma cosa’, por lo tanto ‘reconocer, estar de acuerdo’. En base a esa confesión honesta, Dios perdona porque Él es ‘fiel’ a Su propio carácter y Sus compromisos con Sus hijos. Él también es ‘justo’ porque Él ha aceptado el pago de Su Hijo por ese pecado. Ya que Dios es fiel y justo, la confesión del creyente restaura el compañerismo con Dios. Es obvio que dado el tema del compañerismo, 1 Jn 1:9 esté dirigido a aquellos que son salvos, no al incrédulo (¡Juan usa ‘confesamos’!). 

Juan entendió bien este principio. Su Evangelio incluye la historia de Jesús lavando los pies de los discípulos. En esa historia, cuando Pedro trata de rehusar el lavado, Jesús dice: ‘El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio’ (Jn 13:10). La referencia al lavado y la limpieza completa es una referencia al perdón posicional, pero el lavado de los pies refleja la constante necesidad del perdón y la limpieza de los pecados cometidos por un Cristiano. 

El Rey David también entendió el principio de confesar los pecados para restaurar el compañerismo. Después de su pecado con Betsabé y Urías, él confesó su pecado para restaurar el compañerismo con Dios (Sal 32:5). De la misma manera, en el Salmo 51, David confiesa su pecado para recibir la limpieza y restaurar el gozo del compañerismo con Dios. La salvación de David no era el asunto; era su compañerismo. 

Jesús enseñó el principio de la confesión para restaurar el compañerismo con Dios y los demás en la conocida oración del Padre Nuestro (o mejor dicho: Oración de los Discípulos). Él enseñó al creyente que debía orar ‘Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben’ (Lc 11:4). Entonces Él enseñó la necesidad del perdón para restaurar la relación del creyente con Dios vertical y la horizontal con otras personas. Existen varios pasajes en donde la confesión de pecado es la base para que se restaure el compañerismo en la relación divina o humana (Mt 6:14-15; 18:21, 35; Lc 17:3-4; 2 Cor 2:7, 10; Ef. 4:32; Col. 3:13). Claramente: confesar restaura el compañerismo en de una relación, ya sea divina o humana. 

Conclusión

No hay duda de que el creyente tiene segura la posición y el perdón de todos sus pecados perdonados en base al pago completo de Jesucristo en la cruz. Sin embargo, la experiencia del creyente muy a menudo contradice su posición. Los pecados cometidos después de la justificación no ponen en riesgo el perdón posicional del creyente, sino afectan negativamente el regocijo del creyente por esa posición y su compañerismo con Dios. Para restaurar el gozo del compañerismo, al creyente se le enseña a confesar sus pecados a Dios quien lo va a perdonar y a limpiar de la culpa de esos pecados. Esta ilustración pudiera ayudar: Si un hijo ofende a su padre, el padre puede acceder a absorber el dolor de la ofensa y perdonar al hijo. A los ojos del padre, el hijo está perdonado. Sin embargo, para experimentar todo el perdón del padre y disfrutar del compañerismo en la relación, el hijo de debe reconocer (confesar) su ofensa a su padre. Dios es el Padre Celestial, un Dios de amor y de gracia, quien siempre va a restaurar el compañerismo con aquellos que busquen el perdón de sus pecados.