81. Jesús No Se Fía de Algunos Creyentes – Juan 2:23-25

23 Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, 25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.

La mayoría de los comentaristas de la Biblia al interpretar este pasaje dicen que esas personas en la Pascua realmente no creyeron en Jesús para salvación, por lo tanto, Jesús no se comprometió a Sí mismo con ellos porque Él conocía la condición de incredulidad de sus corazones. Su fe fue deficiente o insuficiente para la salvación porque sólo estaba basada en las señales que Jesús estaba haciendo y/o ellos solo creyeron en Su nombre, no en Su persona.

Lo que afirma Juan

Juan dice que esas personas ‘creyeron en Su nombre”. Cualquiera que piensa que esto no se refiere a la salvación contradice a Juan y a su consistente registro de que aquellos que creen tienen vida eterna (e.g. Juan 3:15-16, 36; 5:24; 6:40, 47; 11:25-26; 20:31). Contradecir el testimonio de cualquier otro autor de las Escrituras y pone una carga enorme al interprete para probar que tiene razón. Aun así el texto no tiene ninguna prueba explícita de que ellos no creyeron para salvación. Esa conclusión muy a menudo es producto de la teología que enseña que la verdadera fe debe de incluir un compromiso total a Jesús como el Señor y Amo de la vida de uno.

Algunos dicen que estos ‘falsos creyentes’ solo creyeron ‘en Su nombre’ y no en la persona de Jesús, lo que no es suficiente para salvar. Dos observaciones para eliminar este argumento. Primero, en la Biblia el nombre de uno representa el carácter y todo lo que uno es. Creer en el nombre de Jesús es creer en Sus declaraciones y las de los demás de que Él es el Hijo de Dios, el Salvador, y el Mesías (el Cristo). Entonces, creer en el nombre de Jesús es creer en Él como el Salvador. Segundo, el Evangelio de Juan motiva a creer en el nombre de Jesús y muestra que esto resulta en la salvación (Juan 1:12, 3:18; 20:31).

Otro intento de etiquetar a esas personas como ‘falsos creyentes’ argumenta que ellos sólo creyeron en Jesús por las señales que Él hizo, no en Sus declaraciones personales. Pero no hay nada de malo con las señales que llevan a las personas a creer en Cristo. Primero, notamos que el texto no dice que ellos creyeron en la señales, sino en Su ‘nombre’, esto es, Su persona. Segundo, el Evangelio de Juan espera que las señales provoquen fe (Juan 4:48; 12:37), lo que es precisamente cómo y por qué Juan usa las señales en su Evangelio de acuerdo con la declaración del propósito del libro en Jn. 20:31: ‘Pero éstas [señales] se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre’. Juan también demuestra esto con ejemplos de fe provocada por las señales (Juan 1:47-49; 2:11; 4:52-54; 10:41-42; 11:42-45; 20:26-29). Tercero, Jesús Mismo motiva a la fe que está basada en las señales (Juan 1:50-51; 10:37-38; 14:11). Dios usa las señales de la misma manera que usa la profecía y la proclamación para llevar a las personas a creer en Cristo Jesús.

Lo que sabe Jesús

Jesús dice saber qué hay dentro de una persona y en el verso 25 lo demuestra con las historias que le siguen al pasaje. En el capítulo 3, Jesús sabe las preguntas y los deseos que hay en el corazón de Nicodemo cuando Él contesta la pregunta que a Nicodemo nunca se le permite hacer. Jesús sabe que Nicodemo necesita nacer de nuevo. Jesús también demuestra Su omnisciencia en el capítulo 4 con la mujer samaritana cuando Él le dice acerca de las relaciones que ella ha tenido con varios hombres. Ella se sorprende al escuchar Su conocimiento y piensa que Él debe de ser un profeta, pero eventualmente se convence de que Él es el Mesías (Juan 4:29, 39-42). También, en el capítulo 6, Jesús sabe el motivo de la multitud que le sigue a través del Mar de Galilea. Él les dice que sólo lo siguen por la comida que Él les da. Él sabe que ellos necesitan vida eterna y eso les dice (Juan 6:26-27). Nuevamente Él demuestra Su omnisciencia al declarar que Él sabe que la mayoría en la multitud no creen en Él (Juan 6:64), y de Sus discípulos que permanecen con Él, Él sabe que uno es un incrédulo (Juan 6:66). La Omnisciencia del Señor Jesús sabe quiénes son creyentes y quienes no creen. Él inclusive sabe los motivos de los corazones de las personas que no se han dicho. No debería ser una sorpresa que en Jn. 2:24Jesús conoce los corazones de aquellos que han creído en Él. Ellos son creyentes en Cristo como Salvador así como Juan lo afirma sin lugar a dudas, pero sus corazones no estaban totalmente comprometidos con Cristo como su Señor.

Lo que muestra la Biblia

En Juan, así como en el resto del Nuevo Testamento, creer quiere decir estar convencido o persuadido de que algo es verdadero o digno de creer. Nunca es creer o fe modificada por obras acerca de la veracidad de esa fe, como creer realmente, creer sinceramente, fe verdadera, fe ilegítima, o fe falsa, o fe vtemporal. Creer o tener fe siempre quiere decir la convicción o la seguridad de que algo es verdad. Aunque el objeto de la fe puede cambiar o fallar, esto no significa que la fe de uno en ese objeto ha fallado.

Cuando uno cree en Cristo Jesús como Salvador, uno recibe salvación eterna, como las anotaciones de Juan lo demuestran. Aquellos que dicen que hay ejemplos de fe falsa o fe insuficiente están más influenciados por su sistema teológico que por las claras declaraciones de las Escrituras.

Juan mismo nos muestra que a veces los nuevos creyentes no están totalmente comprometidos con Jesús. A los nuevos creyentes de Juan 8:31, Jesús les reta a convertirse en verdaderos discípulos (seguidores, aprendices) a permanecer (seguir en, adherirse a) en Su Palabra. También, con ambos Nicodemo y José de Arimatea, Juan ilustra el crecimiento de su fe de una conversación privada a públicamente identificarse con Cristo. En Juan 12:42, aquellos que creyeron no se comprometieron lo suficiente para confesar su fe porque ellos tenían miedo de los Fariseos.

Lo que promete Jesús

La simple verdad detrás de Juan 2:23-25 es que mientras más nos comprometemos a nosotros mismos con Jesús, Él estará más dispuesto a comprometerse a Sí mismo con nosotros. El Discurso del Aposento Alto en Juan 13-17 es que una íntima, permanente, y obediente relación con Jesús produce fruto espiritual y muestra que somos verdaderos discípulos. Juan 14:21 lo dice mejor: ‘El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él’. Por supuesto, Dios y Su Hijo nos aman y se han revelado ellos mismos a todos. Pero en este discurso privado con Sus once discípulos, Jesús les promete que los creyentes amorosos y obedientes pueden disfrutar un amor de familia más íntimo y una manifestación de Su carácter. Estas son recompensas para el creyente comprometido, el verdadero discípulo, pero probablemente no para el nuevo creyente. El nuevo creyente debe de aprender lo que el Señor enseña para que aprenda a obedecer desde el corazón como una respuesta a la gracia. Aquellos que responden bien a la verdad reciben más verdad porque son ‘amigos’ de Jesús (vea también Juan 15:14-15).

Conclusión

Si aquellos que dice Juan que dijeron que creyeron no recibieron vida eterna, entonces debemos de concluir que nosotros no podemos confiar en el testimonio de Juan ni en las promesas de Jesús. Debemos también concluir que ellos realmente necesitaban creer para ser realmente salvos. Pero ¿Eso qué significa y cómo podemos saber? Podemos confiar en Juan y Jesús: aquellos que creen en Cristo Jesús tienen vida eterna. Sabiendo esto, descubrimos una profunda verdad, que algunos que creen y son salvos no están listos para que Jesús se comprometa a Sí mismo en una relación íntima y profunda. Pero por el otro lado, aquellos que le han creído y obedecido a Él pueden disfrutar una profunda manifestación de Su amor y presencia. Creemos para obtener la vida eterna; obedecemos para experimentar esa vida en su totalidad.