Escena 43 – EL NIÑO PERFECTO

Después de la advertencia del ángel, José llevó a María y al niño Jesús a Egipto, donde vivieron como refugiados hasta la muerte del cruel rey Herodes.

”Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño.» (Mateo 2:19-20).

Así se cumplió otra antigua profecía dicha por el SEÑOR: ”…de Egipto llamé a mi hijo.” (Oseas 11:1 ).

Así que José y María llevaron a Jesús a Nazaret, donde creció junto con sus medio hermanos y hermanas.

En muchos aspectos, el niño Jesús era como los otros. Comía, dormía, jugaba, estudiaba y aprendía un oficio. Pero en otros, Jesús era diferente a los demás. Nunca era egoísta. Siempre honraba a sus padres. Nunca mentía. Siempre agradaba a su Padre celestial. Él era: ”…santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores,…” (Hebreos 7:26).

Jesús fue el único niño perfecto de la historia. Perfecto no significa que nunca tuviera un grano o un rasguño en la rodilla. Quiere decir que tenía una naturaleza perfecta. Era perfectamente santo y bueno. También era perfecto en poder y sabiduría, pero antes de entrar al vientre de María, se impuso a sí mismo ciertas limitaciones para que pudiera vivir como un ser humano entre seres humanos.

”…Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:52 NTV).

Cuando Jesús tuvo 12 años, viajó con sus padres desde Nazaret hasta Jerusalén para la fiesta anual del sacrificio, conocida como la Pascua. Mientras que sus amigos de la infancia exploraban la gran ciudad, Jesús pasó la semana en el patio del templo, sentado entre los maestros, escuchándoles y haciendo preguntas.

”Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.”  (Lucas 2:47)

El templo era el lugar donde se quemaban corderos sobre un altar por los pecados del pueblo. El niño Jesús comprendía lo que los eruditos ignoraban.

Él había venido para ofrecer el último Cordero.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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