Escena 62 – EL REY SALVADOR

Para cumplir el plan de rescate de Dios, el Señor Jesús sintió la humillación que trae el pecado. Fue maldito en nuestro lugar. Recibió el castigo que merecemos nosotros.

El día que Adán quebrantó la ley de Dios, Dios anunció que un día el Mesías aplastaría a la serpiente. Le había dicho a Satanás:

«…te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón» (Génesis 3:15 NVI).

Esta antigua y misteriosa profecía sobre cómo Satanás mordería el talón del Salvador predecía la humillación y el dolor que el Cordero de Dios sufriría en la cruz al ser «traspasado por nuestras rebeliones,…» (Isaías 53:5 NVI).

Los que crucificaron a Jesús ignoraban el plan secreto de Dios.

”Pero los gobernantes de este mundo no lo entendieron; si lo hubieran hecho, no habrían crucificado a nuestro glorioso Señor.” (1 Corintios 2:8 NTV)

”El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan,… este mensaje es el poder de Dios.” (1 Corintios 1:18 NVI).

La cruz de Jesús fue colocada entre los dos criminales.

”Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.

Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:39-43).

El primer criminal solo quería salvarse de sus sufrimientos físicos. No creía necesitar un Salvador que muriera en su lugar.

El segundo criminal también había insultado a Jesús. Pero al enfrentarse a la muerte, hubo un cambio en su corazón. Quería que el Señor le rescatara del reino de Satanás. Quería convertirse en un ciudadano del reino de Dios, si el Rey se dignara recibirle. La respuesta de Jesús no dejó lugar a duda:

«Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.» (Lucas 23:43 NVI).

Después de unas horas, ambos criminales murieron. Uno fue al infierno. El otro fue al paraíso. ¿Qué marcó la diferencia?

Uno no puso su confianza en el Salvador Rey. El otro sí.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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