Escena 66 – EL MENSAJE DE LOS PROFETAS

EI día de su resurrección, Jesús se apareció a muchos de sus discípulos: primero a las mujeres, luego a Pedro, y después a dos viajeros…

”Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban camino al pueblo de Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén.

Mientras conversaban y hablaban, de pronto Jesús mismo se apareció y comenzó a caminar con ellos; pero Dios impidió que lo reconocieran.

Él les preguntó: —¿De qué vienen discutiendo tan profundamente por el camino? Se detuvieron de golpe, con sus rostros cargados de tristeza.

Entonces uno de ellos, llamado Cleofas, contestó: —Tú debes de ser la única persona en Jerusalén que no oyó acerca de las cosas que han sucedido allí en los últimos días.

¿Qué cosas? —preguntó Jesús…” (Lucas 24:13, 15-19 NTV).

Los viajeros le contaron cómo habían esperado que Jesús de Nazaret fuese el Mesías que conquistara a sus enemigos. Sin embargo, ¡fue crucificado! Y ahora la tumba estaba vacía. ¡No tenía sentido!

”Entonces Jesús les dijo: —¡Qué necios son! Les cuesta tanto creer todo lo que los profetas escribieron en las Escrituras. ¿Acaso no profetizaron claramente que el Mesías tendría que sufrir todas esas cosas antes de entrar en su gloria?

Entonces Jesús los guió por los escritos de Moisés y de todos los profetas, explicándoles lo que las Escrituras decían acerca de él mismo. Para entonces ya estaban cerca de Emaús y del final del viaje. Jesús hizo como que iba a seguir adelante, pero ellos le suplicaron: «Quédate con nosotros esta noche, ya que se está haciendo tarde». Entonces los acompañó a la casa.

Al sentarse a comer, tomó el pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos. De pronto, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Y, en ese instante, Jesús desapareció.
Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».”
 (Lucas 24:25-32 NTV).

Se levantaron de un salto y volvieron corriendo a Jerusalén para decirles a los discípulos: ¡El Señor está vivo! ¡Es el Salvador prometido en las Escrituras! ¡Es el Cordero representado en los sacrificios! ¡Es el SEÑOR!

Por fin, el mensaje de los profetas tenía sentido.

Perfecto sentido.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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