Escena 67 – UN CUERPO TRANSFORMADO

Era domingo en la noche. Los discípulos reunidos con las puertas cerradas. De repente, Jesús apareció en la habitación y les dijo:

“…¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.” (Juan 20:19-20 NVI).

”Tomás, uno de los doce discípulos (al que apodaban el Gemelo), no estaba con los otros cuando llegó Jesús.
Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.

Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez Tomás se encontraba con ellos. Las puertas estaban bien cerradas; pero de pronto, igual que antes, Jesús estaba de pie en medio de ellos y dijo: «La paz sea con ustedes».

Entonces le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos; mete tu mano en la herida de mi costado. Ya no seas incrédulo. ¡Cree!

—¡Mi Señor y mi Dios! —exclamó Tomás.

Entonces Jesús le dijo: —Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme.” (Juan 20:24-29 NTV).

Durante los cuarenta días siguientes, el Señor aparecía súbitamente entre sus seguidores, hablaba con ellos y luego desaparecía. El cuerpo resucitado de Jesús podía atravesar paredes y viajar a la velocidad del pensamiento. Él es el primero en tener un cuerpo así, pero no será el último.

”Así como hemos llevado la imagen de aquel hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

Ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir.” (1 Corintios 15:49, 21-22 NVI).

¿Entiendes que eres un pecador necesitado, que no tiene forma de ganarse el derecho a vivir en el reino de Dios? ¿Crees que el Señor Jesucristo murió en tu lugar, por tus pecados y volvió a la vida, venciendo a la muerte por ti? Si es así, Dios dice que ya no estás en Adán; te ve como justo en Cristo. Un día tú también recibirás un cuerpo transformado, igual que el suyo.

Pero sin las cicatrices de los clavos.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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