Escena 68 – LA DESPEDIDA

EI dominio que Adán perdió ante Satanás había sido recuperado por Jesús. Por su autoridad completa sobre el diablo y los demonios, el viento y las olas, la enfermedad y el hambre, el pecado y la muerte, Jesús demostró que Él estaba perfectamente al control. Incluso cuando los líderes religiosos y los soldados le arrestaron, torturaron y crucificaron, era Él quien permitió que lo hicieran.

Por eso, antes de volver al hogar de su Padre, el Señor Jesús dijo a sus discípulos:

”…Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”
 (Mateo 28:18-20 NVI).

Jesús también les dijo a sus seguidores:

”Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.» (Juan 13:34-35).

Cuarenta días después de su resurrección, Jesús reunió a sus discípulos en el monte de los Olivos, a las afueras de Jerusalén. Los discípulos querían saber cuándo regresaría.

”–No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre –les contestó Jesús–. Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista.

Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: –Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse.

Entonces regresaron a Jerusalén…” (Hechos 1:7-12 NVI).

Mientras tanto, en el cielo, había llegado el momento de coronar al Rey «de gloria y de honra» (Salmo 8:5; Hebreos 2:9).


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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