70. ¿Simón el Mago Fue Salvo? Hechos 8:17-24

17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. 18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. 21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. 24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí. – Hch 8:17-24

¿Puede un individuo que recientemente fue salvo de un antecedente de ocultismo cometer un pecado serio? O ¿Ese tremendo error prueba que realmente nunca fue salvo? El caso en cuestión es el del Magus Simón (magus es hechicero en latín) de quien el texto dice ‘También creyó Simón mismo’ (v. 13), junto con los otros samaritanos que escucharon a Felipe predicar el evangelio. Pero después, cuando los Apóstoles Pedro y Juan llegaron y les confieren el Espíritu Santo a los nuevos creyentes, Simón trata de comprar ese poder Apostólico (y de allí el origen de la palabra simonía, que significa comprar influencia o poder de la iglesia). La reacción de Pedro es rápida y con palabras severas, maldiciendo a Simón y diciéndole que se arrepienta. Muchos se habrán preguntado, ¿Qué está pasando aquí?

Percepción de la narrativa.

Los autores de la Biblia, como Lucas quien escribió Hechos, no escribieron historias aleatorias, sino partes de una larga narrativa. Siempre es necesario notar la naturaleza y el flujo de los eventos.

Hechos capítulo 8 relata la transición del mensaje del evangelio de Jerusalén a Samaria. Hace comentarios acerca de un buen creyente que fue un mártir, Esteban (v. 2), y de un incrédulo malo que persiguió a la iglesia, Saulo (v. 3), quien después creyó (Hechos capítulo 9). Después de la historia acerca de Simón, el final del capítulo 8 relata la historia de un eunuco etíope que cree la predicación de Felipe acerca de Cristo (vv. 26-40). Las historias muestran que el alcance del evangelio es exhaustivo; salva a los que son duros (Saulo) así como a los que están dispuestos (etíope). Estas historias también parecen enfatizar los varios efectos que el evangelio tiene en estas personas distintas. Uno acepta el martirio (Esteban), uno se convierte en Apóstol (Saulo/Pablo), uno trata de obtener beneficio personal (Simón), y uno continúa su camino regocijándose en su salvación. Si Simón no es salvo, él hubiera sido la excepción en la narración.

La evidencia de que Simón no fue salvo.

Algunos creen que Simón no mostró suficiente cambio de vida para ser salvo. Muchos tienen problemas aceptando que un verdadero creyente no trataría de comprar el poder de conferir el Espíritu Santo que fue sólo investido en los Apóstoles. Ellos también piensan que las palabras de Pedro se ajustan sólo para un no-salvo:

  • Pedro maldice a Simón indicándole que él va a perecer (v. 20).
  • Pedro le dice a Simón que no tiene parte en ‘este asunto’ (v. 21).
  • Pedro le dice a Simón que su corazón no está bien con Dios (v. 21).
  • Pedro le dice a Simón que se arrepienta de su debilidad para que sea perdonado (v. 22).
  • Pedro le dice a Simón que está envenenado por la amargura y atado por la maldad (v. 23).

La evidencia de que Simón fue salvo.

Por el otro lado, muchos piensan que existe abundante evidencia de que Simón fue un verdadero creyente.

  • Las palabras de Lucas. Escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, Lucas dice que los de Samaria creyeron y fueron bautizados (v. 12), que Simón ‘también creyó’ y se bautizó (v. 13), y que el eunuco etíope creyó y fue bautizado (v. 37-38). Sería arbitrario negar la afirmación acerca de la salvación de Simón mientras que aceptamos su afirmación acerca de la salvación de los otros. También podemos suponer que Felipe estaba convencido de que todos ellos habían creído y fueron salvos antes de que los bautizara (v. 37).
  • Las palabras de Pedro. Es importante observar que Pedro jamás dijo nada acerca de que Simón no creyó o que Simón rechazó a Cristo. Él indica que Simón va a perecer con su dinero (esto no se debe de considerar una profecía, pero un regaño provisional). Sería extraño que Pedro consignara al dinero al infierno eterno si esto es a lo que él se estaba refiriendo. La palabra ‘perezca’ (de apoleia) algunas veces se refiere específicamente a la destrucción eterna en el infierno, pero su sentido general es de arruinar o desperdiciar (vea Mc 14:4/Mt 26:8; Hch 25:16; 2 Pe 3:16) y se utiliza por lo menos una vez para referirse a la persona salva (1 Cor 8:11). Ciertamente, la petición equivocada de Simón muestra un punto de vista pervertido acerca de la posición Apostólica y el don del Espíritu Santo que lo va a llevar a su ruina o desperdicio en esta vida. A lo que Pedro parece reaccionar es al pecado de avaricia de Simón que surge de los celos por querer un poder únicamente dado a los Apóstoles para otorgar el Espíritu Santo (v. 20). Por eso Pedro dice: ‘No tienes tú parte ni suerte en este asunto’ (v. 21), el asunto más obvio y claro es el ilegítimo deseo de Simón por el privilegio apostólico, no la salvación. Entonces Pedro dice que el corazón de Simón no es recto delante de Dios (v. 21), lo que sería una forma extraña de describir a un incrédulo. Él le dice a Simón que se arrepienta de un pecado específico, ‘de esta tu maldad’, y encontrarás el perdón de Dios (v. 22) – Otra vez, una manera extraña de dirigirse a un incrédulo que está condenado por su pecaminosidad, no sólo por un pecado. La opinión de Pedro acerca del problema de Simón no es que él está muerto en sus pecados o separado de Dios, sino que él está ‘en hiel de amargura y en prisión de maldad’, ambos se refieren obviamente a su codicia y avaricia (v. 23). Los creyentes pueden caer en hiel de amargura y pecar (Ef 4:31; Heb 12:15). Pedro mismo negó a Cristo cuando era un nuevo creyente y después negó el evangelio de la gracia con sus acciones (Lc 22:54-62; Ga 2:11-14).
  • Las palabras de Simón. Después de escuchar el regaño de Pedro, Simón responde pidiéndoles que oren por él para que no se cumpla ninguna de las palabras de Pedro. Así es como termina el encuentro. Simón no pide ser salvo, sino se arrepiente específicamente del pecado del que habló Pedro (‘de esta tu maldad’ v. 22). Esto describe la respuesta de un creyente no de alguien que apenas está creyendo en Cristo para salvación.

Conclusión

Después de revisar los testimonios de Lucas, Pedro, y Simón, la evidencia para apoyar el hecho de que Simón había creído en Cristo como los demás samaritanos, fue salvo y bautizado como ellos, pero entonces pecó gravemente. Él estaba en riesgo de experimentar la maldición temporal de Dios por su pecado específico de tratar de comprar un poder Apostólico. Su necesidad no era ser salvo, sino arrepentirse de ese pecado. Él necesitaba ver qué tan mal estaba y rechazar el error de sus caminos, lo que parece que sí hizo. Los Cristianos pueden pecar gravemente, tal vez más si son recién convertidos. Pero la gracia que salva gratuitamente a los no-salvos, también va a perdonar abundantemente a los creyentes.