77. La Reforma y el Evangelio de la Gracia

En octubre 31 de 1517, un monje Católico Romano llamado Martin Luther públicamente anunció sus objeciones a las doctrinas de su iglesia. Esencialmente, Luther había redescubierto la gracia gratuita de Dios obscurecida por siglos por la natural aberración humana a la gracia. Él renovó el énfasis en el evangelio de la gracia que Jesús encarnó y el Apóstol Pablo defendió. Este renovado énfasis dio nacimiento al Protestantismo y el mundo no volvió a ser el mismo. 500 años después, ¿Cómo está tratando la iglesia Protestante al evangelio de la gracia?

Las Solas de la Reforma

El redescubrimiento de la gracia de Luther no ocurrió aisladamente de otros énfasis de la Reforma. Él y los otros Reformadores mantuvieron tres verdades entretejidas comúnmente conocidas como Sola ScripturaSola Gratia, y Sola Fide (dos más, Solas Christus, y Soli Deo Gloria, se articularon después).

Sola Scriptura (La Escritura sola). describe el compromiso de los Reformadores con las Escrituras como la autoridad de la doctrina y práctica. Esto fue en contra del compromiso Católico a la autoridad de las tradiciones de la iglesia y los pronunciamientos papales. Libre de ataduras de la tradición y permitiendo que la Biblia se interpretara por sí misma, el redescubrimiento de la gracia gratuita de Dios de los Reformadores fue inevitable.

Sola Fide (a través de la fe sola). fue una consecuencia de entender que la Biblia enseña que la gracia no se puede ganar con obras o desempeño humano. La salvación por gracia es un regalo de Dios; la única respuesta del hombre es aceptar lo, esto es, creer en Dios. Por lo tanto, somos justificados delante de Dios a través de la fe sola. En la doctrina Católica, la gracia que es infundida en el bautismo guia a buenas obras y a las prácticas sacramentales que merecen más gracia hasta que se alcanza la salvación final.

Sola Gratia. (por gracia sola). regresó a la iglesia a la verdad de que la gracia era absolutamente gratuita e incondicional. Por lo tanto las obras no juegan ningún papel para merecerse la salvación: ‘Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe’. (Ef 2:8-9). Una persona puede por lo tanto ser declarada justa al momento de la fe en Cristo, en lugar de sólo empezar el proceso de ser justo. La justicia de Dios es imputada inmediatamente, no infundida a lo largo de la vida.

Divergencias Protestantes

Una simple lectura a las Escrituras demuestra que los Cristianos pueden luchar persistentemente con el pecado. Sin importar cuánto trataron los Reformadores originales de explicar y redefinir su teología, nunca hubo un acuerdo total en algunos asuntos. Algunas de las diferencias mayores son en referencia al libre albedrío del hombre, el papel de las obras después de la salvación, y la seguridad de la salvación. Los Protestantes después de la Reforma empezaron a formar puntos de vista teológicos que se alejaron de los Reformadores y de su comprensión de la gracia y la fe.

Algunos enseñaron que la gracia demandaba una acción unilateral de Dios y no dependía del hombre en absoluto (monergismo) al punto de que la gracia de Dios proveía a Jesucristo como una propiciación de los pecados sólo de los elegidos, y esta gracia se forzaba irresistiblemente en el elegido para regenerarle y entonces creyera. La fe no se puede originar en el hombre solo, porque eso sería una obra y disminuye la gloria de Dios. Este punto de vista evolucionó en lo que se llama Alto Calvinismo, Calvinismo de Cinco-puntos, o Calvinismo TULIP (por sus siglas en inglés). La seguridad de la salvación depende de la evidencia de las obras que crea la gracia en el creyente, lo que debe persistir hasta los momentos finales de la vida para probar que la salvación es genuina. La seguridad por lo tanto es imposible en esta vida.

En contra de la opinión monergistica de la salvación, otros sostuvieron que Dios nos salva en un sinergismo; una congruencia de la voluntad de Dios y la del hombre operando juntas. En su caída, el hombre no perdió la imagen de Dios, sin importar qué tan estropeado estuviera. El hombre retiene su libre albedrío otorgado divinamente, sin importar que tan extraviado esté por el pecado, entonces Dios debe llevar al hombre por diferentes medios al punto en el que él puede creer o rechazar el evangelio (Vea Apuntes de Gracia no. 75).

La fe no se ve como una obra meritoria, sino como una humilde recepción de la oferta de Dios de la salvación provista por Su gracia. Esta opinión evolucionó en lo que algunas veces se llama el semi-Pelagianismo o la posición Arminiana más extrema. Arminianos ultimadamente son identificados como aquellos que creen que el libre albedrío de un creyente puede permitirle pecar tan severamente o rechazar la salvación después de que la recibió y entonces él pierde la salvación. Los Arminianos sostienen que tienen total seguridad de la salvación si ellos viven fielmente, pero no sostienen tener la seguridad de la salvación futura porque existe la posibilidad de que ellos se pueden salir del camino o pecar severamente como para perder su salvación.

¿En dónde pone eso al evangelio de la gracia hoy?

Tal como se descubrió en la Reforma, las enseñanzas bíblicas de la gracia de Dios absolutamente gratuita e incondicional es la piedra angular de cualquier teología de la salvación verdadera. La Biblia dice que la gracia no se puede mezclar con las obras a menos que esta deje de ser gracia (Ro 11:6). La Biblia también distingue claramente la fe de las obras (Ro 4:4-5).

Los Calvinistas TULIP han engañado a muchos a caer en el camino que compromete la gracia gratuita de Dios al requerir una fe obediente y una evidencia de obras como prueba de la gracia salvadora. Estas obras se deben demostrar a lo largo de la vida y hasta el final de la vida. Mientras que ellos declaran que la salvación es por gracia sola a través de la fe sola, ellos también insisten que la fe nunca está sola – ésta siempre incluye la evidencia de las obras haciendo a las obras necesarias para la salvación. Aquellos que entienden la obra regeneradora de Dios y el poder del Espíritu Santo morando internamente están de acuerdo que la fe genuina va a resultar en obras. Pero las obras no pueden ser la prueba de la seguridad de la salvación porque ellas no se pueden medir, son relativas, y no siempre se pueden observar. La prueba objetiva y la seguridad de la salvación vienen de la promesa de Dios de la vida eterna a través de Cristo y el del hecho de que una persona cree en Cristo de acuerdo con esa promesa.

De la misma manera, los Arminianos han engañado a muchos alejándoles de la gracia gratuita de Dios al insistir que las buenas obras son necesarias para mantener la salvación y que pecar y dejar de creer pueden hacer que se pierda la salvación. Entonces la gracia está condicionada a la fidelidad de uno. La seguridad de la salvación está disponible sólo para aquellos que son fieles en el tiempo presente, pero no existe la seguridad de la salvación final. Somos salvos por gracia a través de la fe, pero continuamos siendo salvos por nuestro desempeño fiel. Otra vez, las obras nulifican a la gracia gratuita de Dios, y la salvación sólo es cierta si uno muere en la fe y en fidelidad.

Conclusión

Aunque la Reforma Protestante redescubrió la verdad bíblica de la gracia gratuita a través de la fe sola en Cristo sólo, los ciclos de la historia y la aversión del hombre hacia la gracia una vez más han obscurecido la verdad del evangelio de la gracia al punto de que hoy muy a menudo se distorsiona o se pervierte. En largos grupos del Protestantismo, los sistemas teológicos hecho-por-hombres reemplaza la autoridad de la Escritura sola. Los credos y los teólogos comúnmente citan las Escrituras. Su teología enseña que la fe no es fe a menos que incluya obras, lo que ha llevado a la aparición de muchos libros y artículos que insisten que la salvación requiere obras. Por lo tanto, la gracia ya no es incondicional, pero está condicionada al desempeño del hombre. A pesar del reavivamiento de la Reforma del evangelio de la gracia, muchos Protestantes hoy están trabajando su regreso a Roma con un evangelio que hace necesarias las obras y hacen a la justificación un proceso. El arco de la historia y la teología muestra que es tiempo de reafirmar el credo de la Reforma de Sola Scriptura, Sola Gratia, Sola Fide.