Escena 20 – LOS PRIMEROS HIJOS

Fuera del huerto, el mundo seguía siendo un lugar hermoso, pero también incluía cosas malas como plantas espinosas, bichos molestos, rodillas raspadas y narices congestionadas. Muchos animales ya no eran mansos. No era fácil encontrar alimentos. Adán y Eva se veían obligados a trabajar duro solo para llenar sus estómagos hambrientos. También experimentaron momentos de felicidad y alegría.

”El hombre se unió a su mujer Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: «¡Con la ayuda del SEÑOR, he tenido un hijo varón!» (Génesis 4:1 NVI).

Al primer bebé del mundo, Eva le llamó Caín, que significa posesión. ¡Qué precioso tesoro les había dado Dios! Quizá pensó que su hijo sería el Salvador prometido, pero pronto descubrió que su niñito hermoso era terco y egoísta, ¡igual que sus padres!

Más tarde, cuando nació su segundo hijo, Eva le llamó Abel, que significa vanidad o nada. Evidentemente, Adán y Eva no podían producir aquella simiente de una mujer, sin pecado, que salvaría a las personas de sus pecados.

En vez de reflejar la imagen santa de Dios, los hijos de Adán y Eva reflejaban sus propias naturalezas torcidas por el pecado.

“…Adán… tuvo otros hijos y otras hijas… a su imagen y semejanza,…” (Génesis 5:4, 3 NVI).

Mira la ilustración. ¿Ves a Caín quitándole el melón a su hermanito? Actúa igual que sus padres, que tomaron el fruto que no les pertenecía. Como una enfermedad contagiosa, el pecado de Adán y Eva infectó a sus hijos.

Cuando Adán pecó, _*”…el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.”*_ (Romanos 5:12 NTV).

Cuando nuestros primeros padres pecaron, se volvieron como una rama rota de un árbol. Así como cada ramita y hoja de la rama rota se ve afectada, cada miembro de la rama familiar de Adán se ve afectado por el pecado de Adán.

Mucho tiempo después de la muerte de Adán, el profeta y rey David escribió:

”…soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre.” (Salmo 51:5 NTV).

Puede que no nos guste escucharlo, pero sabemos que es verdad.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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