Escena 45 – EL HIJO PERFECTO

Jesús pidió a Juan que le bautizara. Juan protestó porque el Mesías-Rey que había venido del cielo no necesitaba arrepentirse.

«Pero Jesús dijo: Así debe hacerse, porque tenemos que cumplir con todo lo que Dios exige. Entonces Juan aceptó bautizarlo.” (Mateo 3:15 NTV).

Así que Juan bautizó a Jesús. Al bautizarse, Jesús mostró que pertenecía a la familia humana que había venido a rescatar.

”Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:16-17).

Como en el primer día de la creación, la compleja unidad de Dios se manifiesta de nuevo. Así como Dios, su Espíritu y su Palabra (Verbo) trabajaron como uno para crear el mundo, ahora obrarían como uno para salvarlo.

Vemos al Espíritu de Dios (que en el principio iba y venía sobre la superficie de las aguas) descender sobre Jesús. Observamos al Hijo de Dios (la Palabra, o el Verbo, que creó el mundo) emerger del río. Oímos al Padre hablar desde el cielo.

Durante los últimos treinta años, Jesús había vivido lejos del ojo público, pero su Padre en el cielo había observado cada pensamiento, palabra y acción. Y, ¿cuál fue su veredicto sobre la vida de su Hijo?

«Estoy muy complacido con él».

En toda la historia humana, Jesús es el único que hizo todo lo que Dios exige. Todo. Siempre. Perfectamente.

Jesús hizo lo que Adán no logró hacer: reflejar la imagen de Dios. Pero hizo más que reflejarla: Jesús era su imagen.

”Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,…” (Hebreos 1:1-3).

Con razón, Jesús dijo después:

«Yo y el Padre uno somos.» (Juan 10:30).

Jesús es el Hijo perfecto.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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