Escena 07 – UN HOGAR PERFECTO

Después de formar el primer cuerpo humano del polvo de la tierra y soplar vida en él, Dios plantó un huerto en Edén, en algún lugar del Oriente Medio.

Un río cristalino fluía a través del huerto.

”Dios el SEÑOR hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal.”

”Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara (Génesis 2:9, 15 NVI).”

Dios el SEÑOR no le preguntó a Adán si quería vivir en Edén. Dios era el Creador y Dueño del hombre, sabía lo que era mejor para el hombre.

El hogar de Adán estaba lleno de deleites inagotables: cosas para ver, oír, oler, tocar y saborear. Arroyos cristalinos, pájaros cantores, flores fragantes, criaturas peludas, frutas jugosas, verduras crujientes, bayas dulces, bosques misteriosos, rocas coloridas, bichos fascinantes y billones de otras maravillas esperando para ser descubiertas.

Sin embargo, el hombre fue hecho para algo más que explorar y comer. Dios  hizo a Adán para ser la cabeza de la raza humana. Dios quería que Adán y su familia reinaran con Él para siempre. Pero solamente aquellos a quienes se les puede confiar tareas pequeñas pueden encargarse de tareas grandes.

Así que Dios le dio a Adán su primer trabajo: cuidar del huerto.

Este huerto era un lugar perfecto. No tenía espinos, maleza ni insectos malos. El clima era ideal y la tierra era fértil, aunque jamás llovía. En cambio, un vapor subía de la tierra y regaba el suelo.

Dios también le dio otro trabajo a Adán: poner nombres a los animales.

El SEÑOR le trajo las criaturas para ver qué nombres les pondría. Imagina la escena. Se acercan a galope dos animales con crines largas y sueltas, y piernas poderosas. Adán los observa detenidamente, acaricia sus espaldas y los llama caballos. En respuesta a la llamada del Creador, un ave enorme con pico ganchudo y alas extendidas desciende en picado. «iÁguila!» dice Adán. Después, pasa una fiera con pelaje naranja y rayas negras. ¿Cómo crees que lo llamó?

”Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo;…” (Génesis 2:20).

El Edén era el lugar perfecto para que el hombre conociera a su Creador.

Había llegado el momento de ponerle una prueba a Adán.


Esto ha sido una porción (usado bajo permiso del autor) del libro «Rey de Gloria» narrado por Paul D. Bramsen 
(nota: el uso de negrillas, cursivas y algunos cambios de versión de la Biblia son nuestra y no del original) 
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